lunes

Chistes de abogados

Reparto de bienes


Se encontraron dos amigos por la calle y mantuvieron la siguiente conversación:

-Me separé de mi esposa.

-¡No me digas! ¿Y cómo lo hicisteis?

-Con un abogado. Él nos ayudó a realizar el reparto de los bienes.

-¿Y tus hijos?

-Muy fácil, decidimos que el que se quedara con más dinero se quedaba con los niños.

-¿Y quien quedó con ellos?

-El abogado...




La donación del abogado


Una institución de caridad nunca había recibido ninguna donación de uno de los abogados más ricos de la ciudad. El director de la institución decidió ir personalmente a entrevistarlo.

-Nuestros registros muestran que usted gana más de 3.000.000 de euros por año y nunca donó nada, ni siquiera un poquito de dinero para caridad. ¿Querría contribuir ahora con algo?

El abogado respondió:

-¿Sus registros muestran que mi madre está muy enferma y que sus gastos médicos estan muy por encima de su renta anual de jubilación?

-Ah, no -murmuró el director-.

-¿Y que mi hermano más joven está ciego y desempleado?

El director ni siquiera abrió la boca.

-¿Y que el marido de mi hermana murió en un accidente y la dejó sin dinero y con cinco hijos por criar?

El abogado ya tenia un tono de indignación. El director, sintiéndose humillado, dijo:

-Disculpe, pero no tenía la menor idea de todo eso.

-¿Sus registros tampoco muestran que tengo a mi padre diabético, cardíaco y en silla de ruedas desde hace más de diez años?

-No, señor...

-¿Y tampoco verificaron de que tengo dos sobrinos sordomudos?

El director permaneció en silencio.

-¿Y, además de todo eso, que mi hermano mayor quebró la empresa y perdió todos sus bienes?

-No, en absoluto, señor -respondió el director, avergonzado con el papelón que estaba haciendo-.

-Entonces -dijo el abogado-, si no le doy ni un céntimo a ninguno de ellos, ¿por qué piensa que debería darles algo a ustedes?




Sin abogado


El juez le preguntó al acusado:

-Entonces, ¿insiste usted en que no quiere un abogado?

-No, señoría; pienso decir la verdad.




Declarando ante el juez


Un granjero llamado Clyde tuvo una severa colisión contra un gran camión de carga. Poco tiempo después, el prepotente abogado de la compañía de seguros estaba interrogando a Clyde ante el juez:

-En la escena del accidente, ¿no dijo usted "Estoy bien"?

-Bueno, déjeme decirle lo que sucedió. Acababa de subir a Bessie, mi vaquita preferida, a...

-No le estoy pidiendo detalles -interrumpió el licenciado-, simplemente conteste a mi pregunta, por favor. ¿Dijo usted o no, en el lugar del accidente, "Estoy bien"?

-Bueno, acababa de subir a Bessie a la camioneta e iba conduciendo por la... 

El abogado interrumpió de nuevo y dijo:

-Su señoría, estoy tratando de establecer el hecho de que en la escena del accidente este hombre le dijo al patrullero que se encontraba bien. Ahora, varias semanas después, está tratando de cobrar una indemnización a mis clientes y creo que esto es un fraude. Por favor, dígale que simplemente conteste la pregunta con un sí o un no.

Para entonces, la curiosidad le había picado al juez, quien estaba un tanto interesado en lo que Clyde estaba tratando de decir, así que le dijo al licenciado:

-Me gustaría saber qué es lo que el hombre tiene que decir de Bessie, su vaquita preferida.

Clyde dio las gracias al juez y continuó:

-Gracias, su señoría. Como estaba diciendo, acababa de subir a Bessie, mi vaquita preferida, a la camioneta, e iba conduciendo por la carretera cuando ese enorme camión de dieciocho ruedas ignoró la señal de stop y se fue a incrustar a un lado de mi camioneta. Yo salí volando y acabé tirado en una zanja. Bessie también fue a parar a una zanja, pero al otro lado del camino. Estaba yo tan dolorido que no me quería ni mover. Desde allí podía oír a mi pobre Bessie mugiendo y quejándose mucho. Yo sabía que estaba terriblemente lastimada nada más por sus mugidos de dolor. Poco tiempo después, un patrullero llegó al lugar del accidente y, oyendo los terribles mugidos de Bessie, fue a mirarla. Después de ver el terrible estado en que se encontraba, sacó su pistola y le pegó un tiro en medio de los ojos. Luego vino a donde estaba yo y, todavía con la pistola en la mano, me preguntó "¿Y usted cómo está, cómo se siente?”. Con todos los respetos, su señoría, ¿usted qué le habría contestado?




Abogado sin descanso

Un abogado tomaba el sol en un parque cuando se le acercó una señora y le preguntó:

-¿Qué hace usted por aquí, letrado?

-Pues ya ve, robándole unos rayitos al sol.

-¡Vaya, vaya! Usted siempre trabajando, ¿no?



¡Abajo el juez!

En un juicio público, el juez advirtió a la sala:

-¡Silencio! Les advierto que como vuelva a oír "abajo el juez" les echo a la calle.

-¡Abajo el juez! -se escuchó de nuevo-.

Y el juez exclamó:

-¡La advertencia no lo incluye a usted, señor acusado!



Una abogada en el estrado

Durante un juicio, en un pequeño pueblo, el fiscal llamó al estrado a su primer testigo, una mujer de avanzada edad. El fiscal se acercó y le preguntó:

-Sra. Sánchez, ¿sabe usted quién soy?

Ella respondió:

-Sí, lo conozco, Sr. Millet, lo conozco desde que era usted un niño, y francamente le digo que usted resultó ser una gran decepción para sus padres. Siempre miente, cree saber de todo, es muy prepotente, abusivo, engaña a su esposa y, lo peor de todo, manipula a las personas. Se cree el mejor de todos cuando en realidad no es usted nadie. Sí, lo conozco.

El fiscal estaba perplejo. Sin saber exactamente qué hacer, apuntando hacia en el fondo de la sala, le preguntó a la Sra. Sánchez:

-¿Conoce al abogado de la defensa?

Nuevamente ella respondió:

-Claro que sí. También conozco al Sr. García desde que era un niño. Él es flojo y medio nenaza, y tiene un problema con la bebida. No puede mantener una relación normal con nadie y es el peor abogado del país. Sin mencionar que engaña a su esposa con tres putas diferentes. Una de ellas era la esposa suya. ¿Recuerda? Sí, yo también conozco al Sr. García. Su mamá tampoco está orgullosa de él.

El abogado defensor estuvo a punto de morir de vergüenza. Entonces el juez llamó a los dos abogados para que se acercasen al estrado y les dijo:

-Si alguno de ustedes, par de idiotas, le pregunta a esta jodida vieja si me conoce a mí, ¡lo mando a la silla eléctrica!



Lápida para un abogado

Un campesino pasó frente a una lápida en la que ponía: "Aquí yace un abogado, un hombre honrado, un hombre integro". El campesino se persignó y, asustado, exclamó:

-¡Virgen santísima, enterraron a tres hombres en una sola fosa!



Disputa en el juzgado

Durante una audiencia en el juzgado se originó una disputa y el fiscal le gritó al abogado defensor:

-¡Usted es un ladrón!

El defensor le contestó al fiscal:

-¡Y usted es un vendido!

Entonces dijo el juez:

-Una vez realizada correctamente la identificación por las partes continuamos con la audiencia...



Abogado generoso

Iba un abogado en su limusina cuando vio a dos hombres en la orilla de la carretera, comiendo hierba. Preocupado, ordenó a su chófer detenerse y bajó a investigar. Le preguntó a uno de ellos:

-¿Por qué están ustedes comiendo hierba?

-Señor, no tenemos dinero para comida -dijo el pobre hombre-. Tenemos que comer hierba.

-Bueno, vengan ustedes a mi casa y yo los alimentaré -dijo el abogado-.

-Pero, señor, tengo esposa y dos chicos conmigo. Están allí, debajo de aquel árbol.

-¡Que vengan también!

Volviéndose hacia el otro pobre hombre, le dijo:

-Usted también puede venir.

El hombre, con voz lastimosa, dijo:

-Pero señor, yo también tengo esposa y seis hijos conmigo.

-¡Que vengan ellos también! -respondió el abogado-.

Entraron todos en el coche, tarea nada fácil incluso para un automóvil tan grande como la limusina. Una vez en camino, uno de los pobres miró al abogado y dijo:

-Señor, es usted muy bueno. ¡Gracias por llevarnos a todos con usted!

El abogado respondió:

-Créame que me siento muy feliz de hacerlo. Les va a encantar mi casa. ¡La hierba del jardín tiene como de tres metros de alto!



Demanda judicial

José Luis habló de esta forma a su abogado:

-He oído que alguna gente ha demandado con éxito a las compañías de tabaco por causarles cáncer, y a los restaurantes de comida rápida por haberlos engordado.

-Así es -dijo el letrado-.

-Muy bien. Estoy interesado en poner una demanda.

-¿Contra las compañías tabaqueras o contra las cadenas de comida rápida?

-No. Quiero demandar a la cerveza Mahou, por todas las mujeres feas con las que he dormido.



Las tres patadas

Un abogado salió de cacería al campo y tuvo la suerte de alcanzar un pato con el primer tiro. Por desgracia, el pato cayó en un sembrado protegido por una cerca. Cuando ya estaba encaramado sobre la cerca, vio llegar a un viejo granjero en su tractor.

-¿Qué esta haciendo? ¡Esta es mi tierra!

-Discúlpeme, lo que pasa es que cacé un pato y cayó en su terreno.

-Lo siento, pero no puede llevárselo -le dijo el granjero-.

-Soy uno de los mejores abogados de este país. Le demandaré y me quedaré con toda su tierra si no me deja entrar a recoger mi pato -amenazó el abogado-.

-Aquí en el campo resolvemos las cosas de otra manera. Aplicamos la regla de las tres patadas.

-¿Y qué regla es esa de las tres patadas?

-Verá, yo lo pateo tres veces, usted me patea otras tres veces, yo lo vuelvo a patear, usted me vuelve a patear, y así hasta que alguien se dé por vencido.

El abogado vio que el granjero era viejo y, sabiendo que él estaba en forma, aceptó las reglas.

-Está bien, empecemos -dijo el abogado.

El granjero se bajó del tractor y, sin más, con sus botas con punta metálica le dio una tremenda patada en la rodilla al abogado y, antes de que se doblara, le encajó otra en la entrepierna. Cuando el abogado se retorcía de dolor, le propinó un tremendo patadón en el culo. Al cabo de cinco minutos, el abogado, con mucho esfuerzo, se levantó y dijo:

-Ahora me toca a mí.

-No se moleste -le dije el viejo-. Me doy por vencido. Entre y llévese el pato.



La diferencia entre lo correcto y lo justo

Dos jueces del Tribunal Supremo se encontraron por casualidad en la puerta del Hotel Palace. Curiosamente, cada uno de ellos iba de la mano de la mujer del otro. El primero de ellos, bajando la mirada, dijo:

-Debido a la situación tan delicada en la que nos encontratmos, creo que lo correcto sería que cada uno se fuera a su casa, en su coche, con su mujer. ¿No le parece a usted?

El segundo respondió:

-Estoy de acuderdo con usted en que eso sería lo correcto, pero no creo que fuera lo justo, porque usted está saliendo del hotel y yo estoy entrando.



Virgen tras seis matrimonios

Un abogado se casó con una mujer que ya se había casado anteriormente seis veces. La noche de bodas, en la habitación del hotel, la novia le dijo:

-¡Por favor, mi amor, sé delicado, que yo todavía soy virgen!

El novio, perplejo, pues conocía la existencia de los seis matrimonios anteriores, le pidió que le explicara cómo era posible que siguiera siendo virgen. Ella respondió:

-Mi primer marido era psiquiatra, y sólo le interesaba hablar sobre el sexo. Mi segundo marido era ginecólogo, y sólo le interesaba examinar el aparato sexual. Mi tercer marido era filatélico, y sólo le interesaba lamer. Mi cuarto marido era director de ventas, y decía que sabía que tenía el mejor producto pero no sabía cómo utilizarlo. Mi quinto marido era funcionario, y decía que sabía perfectamente cómo hacerlo, pero que no estaba seguro de que fuera trabajo de su competencia. Mi sexto marido era informático, y decía que, si el aparato funcionaba, lo mejor era dejarlo tranquilo y no tocarlo.

Entonces el marido le preguntó:

-¿Y, después de tantos fracasos, cómo te decidiste a casarte otra vez?

A lo que la mujer le respondió:

-Pues porque tú eres abogado, por lo que estoy completamente segura de que, al final, me vas a terminar jodiendo.



El juez Garzón

Está el juez Garzón en la soledad y el silencio de su despacho de la Audiencia Nacional, redactando una providencia de cuatrocientos folios, cuando, de repente, se ve interrumpido por un extraño sonido, como de alguien que chista:

-¡Chisssss, chissssss!

Garzón levanta la vista de las hojas, pero no puede ver a nadie. Está solo. Al cabo de unos segundos, se repite el sonido.

-¡Chisssss, chissssss!

Perplejo, vuelve a extender la vista por todo el despacho: nada, nadie... Una tercera vez, se repite el fenómeno:

-¡Chisssss, chissssss!

Se levanta de la silla, dispuesto a lavarse la cara, y entonces se percata de que el Cristo del crucifijo que preside su despacho ha soltado una mano y le hace gestos para que se acerque. Garzón, perplejo, se pone frente a él y le oye decir:

-¿Y de lo mío, qué? ¿Cuándo procesamos a Pilatos?



Abogada enamorada

Daniel, joven y emprendedor abogado, sabía que heredaría una fortuna cuando su padre enfermo muriese. Pensando en que también quedaría sólo, decidió que precisaba una mujer acorde a su autovaloración, para hacer de ella su gran compañera. En base a su decisión, esa noche fue al bar de la ciudad, donde se reunía lo más granado del foro local. Se fijó en una colega, la más bonita que jamás había visto. Su belleza natural era la admiración de todos los concurrentes. Él se arrimó y le dijo:

-Puedo parecer un abogado común, pero en pocos meses mi padre va a morir y heredaré 20 millones de dólares. ¿Quieres acompañarme a mi casa? Podrías llegar a ser mi mujer.

Impresionada, la hermosa y brillante abogada aquella noche fue a la casa con Daniel... y tres días después se transformó en su madrastra.



Interrogando al sospechoso


En el tribunal:

-¿Qué hizo usted la noche del crimen?

-Estuve durmiendo, Señoría.

-¿Puede demostrarlo?

-Claro que sí, tráigame una cama.



Abogado infiel

Un abogado mantiene un romance con su secretaria. Al poco tiempo esta queda embarazada y el abogado, que no quiere que su esposa se entere, le da a la secretaria una buena suma de dinero y le pide que se vaya a dar a luz a Italia. Ella pregunta:

-¿Y cómo voy a hacerte saber cuando nazca el bebé?

-Para que mi mujer no se entere, tan sólo envíame una postal y escribe por detrás "Spaghetti". Y no te preocupes de nada más, que yo me encargaré de todos los gastos.

Pasan los meses, y una mañana la esposa del abogado lo llama al bufete, algo exaltada:

-Querido, acabo de recibir el correo y hay una postal muy extraña de Italia. La verdad, no entiendo qué significa.

El abogado, tratando de ocultar sus nervios, contesta:

-Espera a que llegue a casa, a ver si yo entiendo.

Cuando el hombre llega a casa y lee la postal, cae al suelo fulminado por un infarto. Llega una ambulancia y se lo lleva. Ya en el hospital, el jefe de cardiología se queda consolando a la esposa y le pregunta cuál ha sido el evento que precipitó tan masivo ataque cardíaco. Entonces la esposa saca la postal y se la muestra, diciéndole:

-No me explico, doctor; él solamente leyó esta postal. Vea usted mismo lo que trae escrito: "Spaghetti, Spaghetti, Spaghetti, Spaghetti, Spaghetti. Tres con salchicha y albóndigas y dos con almejas."



Ingenieros y abogados

Dos ingenieros iban en un vuelo a Seattle. Uno de ellos se sentó junto a la ventana y el otro en el asiento del medio. Al poco de despegar, un abogado se sentó en el asiento del pasillo, junto a los dos ingenieros. El abogado se quitó los zapatos y se disponía a dormir cuando el ingeniero de la ventana dijo:

-Creo que voy a levantarme a por una coca.

-No hay problema, yo se la traigo -dijo el abogado-.

En cuanto fue a por el refresco, uno de los ingenieros tomó uno de los zapatos del abogado y escupió dentro. Cuando volvió con la coca, el otro ingeniero dijo:

-¿Sabe? Yo también tengo sed, voy a ir a por otra.

Nuevamente el abogado se levantó gentilmente a por otra coca. En cuanto se fue, el otro ingeniero tomó el segundo zapato del abogado y escupió dentro de él. El abogado regresó y todos se sentaron durante un buen rato sin hablar, mientra los ingenieros bebían con gusto sus cocas.

Cuando el avión estaba aterrizando, el abogado se puso los zapatos y descubrió lo que había pasado. Entonces se puso muy serio y dijo:

-¿Hasta cuándo va a seguir esto? ¿Este celo entre nuestras profesiones? ¿Este odio? ¿Esta animosidad? ¿Este escupir en los zapatos y orinar dentro de las Coca-Colas?



Abogados

Un hombre va a un abogado.

-¿Y usted cuánto cobra por una consulta rápida?

-100 euros por tres preguntas.

-¡Vaya! Es un poco caro, ¿no?

-Sí... Y dígame, ¿cuál es su tercera pregunta?

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